EL MATADERO, DE ESTEBAN ECHEVERRÍA. 1839
Echeverría nace en 1805, y representa a la primera generación romántica. Vive en Europa de 1825 a 1830 y entra en contacto con la literatura de Byron, Goethe, Schiller y el socialismo utópico de Saint-Simon.
En 1810 Argentina logra su independencia. Entre 1829 y 1852 Argentina, dividida por las pugnas políticas entre unitarios y federales, se ve gobernada por un tirano: Juan Manuel de Rosas. Rosas era federal de nombre, pero centralista en la práctica.
La "Asociación de Mayo" es un grupo de intelectuales preocupados por renovar los ideales de libertad auspiciados por la Revolución de Mayo (la Revolución de Independencia Argentina) y acallados por el gobierno de Rosas. Echeverría es el redactor del "Dogma socialista de la Asociación de Mayo", credo político de la asociación.
El proyecto de la Asociación de Mayo era el de conducir al progreso, o sea, a una vida de acuerdo a lo que ellos llamaban la "ley del ser". Para esto, contribuirían la "ley ideal", o sea, el cristianismo, y la "ley positiva", es decir, la operación de la ley ideal, así como un gobierno democrático ilustrado basado en las ideas de libertad, igualdad y fraternidad.
La idea de la emancipación del espíritu americano se encuentra en este documento. De acuerdo a Echeverría, América debe responder intelectualmente a su propia naturaleza, pero sin rehuir por ello las lecciones que pueda aprender de Europa.
El cuento es la trasposición literaria de la realidad argentina bajo el gobierno de Rosas. El matadero simboliza a Argentina; los carniceros, a aquellos individuos plebeyos y bárbaros que imponían el orden de Rosas.
El propósito político del texto es evidente desde las primeras líneas, en que el narrador hace un deslinde entre la historia como realidad y ficción. De acuerdo al narrador, lo narrado debe ser visto con la autoridad de una exposición histórica. Su relato es una denuncia de males reales y verificables por testigos presenciales; es un llamado a la acción para eliminar los males y poner fin al gobierno de Rosas.
La oposición política evidente en el nivel de la historia sugiere otra: la ciudad civilizada, manifestada por la presencia del personaje unitario, y la barbarie del campo; es decir, el régimen del matadero. En esto, el narrador se acerca un poco a la sensibilidad de los narradores naturalistas.
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