lunes, 13 de agosto de 2012

EL PERIODO ROMANTICO EN HISPANOAMERICA



El Romanticismo es la última gran época cultural europea. Comienza allá a finales del sigo XVIII y se extiende hasta mediados del siglo XIX. En Hispanoamérica se desarrolla más tarde.
El Romanticismo surge en Alemania como una reacción en contra del culto a la razón de la Ilustración.
Surge el liberalismo, término usado desde 1814, que caracteriza el sistema de creencias que se oponía al poder absoluto del Estado y la Iglesia. Libertad y progreso fueron las claves de la época. 

 El Romanticismo contribuyó a reforzar los sentimientos de identidad de cada una de las naciones, pues se interesaba en destacar las particularidades o "alma popular" de los pueblos (su historia, su lengua y su cultura). De aquí que los escritores se dedicaran a recopilar canciones y cuentos populares, como por ejemplo los hermanos Grimm. De aquí también que los precursores de las guerras de independencia fueran todos románticos.
El género literario por excelencia durante el Romanticismo es el cuento, junto con la poesía lírica.

El Romanticismo expresa el universo ficticio como una contradicción entre la descomposición del antiguo régimen político (el despotismo ilustrado) y su recomposición en un nuevo régimen (el liberal), y por lo tanto los rasgos estilísticos del modo de representación romántica son antitéticos. Las formas de contraste que emplea son: lo sublime vs lo grotesco; lo angélico vs lo demoniaco; civilización vs barbarie. El mundo presentado por el escritor romántico muestra una perfección generalizada.
Existe una corriente sentimental en el Romanticismo hispanoamericano, representada por Jorge Isaacs, Ignacio Manuel Altamirano, Cirilo Villaverde, Juan León Mera, Bartolomé Mitre, José Mármol, Miguel Cané y Eugenio Díaz. Sus ficciones son historias de "amores contrariados" que esconden detrás de ellas los valores tradicionales y no permiten la alteración del mundo natural, la escala de prototipos raciales y de clases sociales, las cuales tienen su cúspide en el propietario (hacendado, estanciero) blanco católico.

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